Los tratamientos contra el Trastorno de Déficit Atencional con Hiperactividad (TDAH) provocan un crecimiento más lento durante la pubertad. Un estudio de la Universidad de Sydney encontró que una mayor dosis de estos medicamentos coincide con una desaceleración mayor en el crecimiento en la adolescencia, aunque no descartan que puedan alcanzar una altura normal al alcanzar la edad adulta. Los adolescentes que fueron sometidos a tratamientos de este tipo por más de tres años crecieron tres centímetros menos que lo normal durante para ese período. Además, los niños de 12 y 14 años resultaron más delgados, mientras que los de 14 y 16 años eran no solo más flaquitos sino más pequeños. Los especialistas también insistieron que los médicos deberían poner cuidado en las dosis que recetan para lograr el máximo beneficio y evitar un efecto negativo. EL MERCURIO/GDA
Enrique Jadresic, profesor de psiquiatría de la Universidad de Chile, recordó que cualquier trastorno emocional que padezca una persona, sobre todo si es mental, repercute en los demás miembros de la familia.
«Lo novedoso de este estudio radica en que hasta ahora prácticamente no se contaba con evidencia empírica recogida en forma sistemática, y a gran escala, que demostrara en forma rigurosa que la salud mental paterna prenatal incidiera en el bienestar de la madre y el hijo», señaló Jadresic.
Uno de los pocos antecedentes fue una investigación de la Universidad de Nueva York que en 2011 determinó que el riesgo de desarrollar trastornos emocionales o de conducta en un niño aumenta hasta 11% si el padre tiene trastornos de ánimo como depresión.
Para Jadresic otra explicación está en la genética. «Lo que ocurre es que padre e hijo evidencian, por ejemplo, una vulnerabilidad depresiva por una genética común. Se trataría, por decirlo así, de un mecanismo más directo, en que el padre le transmite una predisposición genética a sus hijos», consideró el experto.
Otro mecanismo podría ser un vicio como el tabaquismo. «Un padre que está deprimido o estresado emocionalmente puede fumar más y exponer al feto a un ambiente tóxico, que podría ponerlo en riesgo innecesario desde el punto de vista emocional, cognitivo o conductual», agregó Jadresic.
El tema es transversal, pues Kvalevaag y su equipo, en el estudio noruego, observaron que el vínculo entre ansiedad paterna y problemas de desarrollo en los niños se presenta independiente de los factores económicos y sociales asociados a cada familia. Y tampoco influyen la edad de los padres o su estado civil.
«Estos hallazgos sugieren que algunos riesgos asociados a problemas emocionales y de comportamiento en el niño pueden identificarse durante la gestación, lo que debe ser considerado al desarrollar políticas públicas para el período prenatal», precisó Kvalevaag. Sin embargo, los especialistas saben que a la salud paterna no se le concede mucha atención durante el embarazo o los primeros meses del bebé.
«Ni siquiera los mismos padres lo hacen», apuntó Jadresic. «A menudo se olvidan que la experiencia de la paternidad/maternidad (sobre todo cuando nace el primer hijo) es el cambio más drástico y significativo en la vida de un individuo, sea hombre o mujer».
Sin embargo, agregó, la experiencia vital es totalmente la contraria en términos existenciales. «No hay nada que le exija más a la pareja que el convertirse en padres por primera vez».
Un fenómeno que afecta al 4% de los padres, y del cual tampoco se habla mucho, es la depresión posparto. Se ha visto, de un modo análogo a lo observado en este estudio, que la depresión posparto del hombre tiene consecuencias negativas en el desarrollo emocional, cognitivo y conductual de los niños y preadolescentes.
Las investigaciones sobre el tema establecen que los síntomas suelen aparecer antes del nacimiento, aunque el período crítico se ubica entre los tres y seis meses tras el nacimiento.
Los padres primerizos y aquellos cuya mujer también sufre depresión son los más vulnerables a un problema que solo en la capital uruguaya (Montevideo) afecta a una de cada diez mujeres que se convierten en madres.
La depresión posparto se vive como un sufrimiento que impide disfrutar del bebé y la experiencia vital y revitalizante de la crianza de los primeros meses. Esto termina influyendo sobre los bebés porque, en respuesta, el niño puede retraerse, disminuyendo su apetito relacional y buscar cada vez menos el afecto paterno.
Este es uno de los factores de riesgo asociados a problemas infantiles que pueden identificarse en la gestación».
Anne Lise Kvalevaag
No solo es importante la salud materna
La salud mental del padre y su estabilidad durante el embarazo es clave para el normal desarrollo del bebé.
El 4% de los padres sufre depresión
Sufren angustia al igual que les pasa a las mujeres y no pueden disfrutar del crecimiento del recién nacido
En respuesta el bebé puede ser más distante
Si los bebés sienten que sus padres están deprimidos buscan menos el acercamiento y sufren afectivamente.
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