USO DE DATOS
Sociólogo sugiere dar más referencias para que los datos se entiendan y se utilicen
55% es el porcentaje de repetición de alumnos de sexto año de liceo en 2013
En 2014 la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) emprendió un cambio importante en su política de divulgación, al publicar los resultados educativos del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) y del Consejo de Educación Secundaria (CES). La intención también incluía la publicación de los datos del Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP – UTU), pero estos todavía no fueron dados a conocer.
Hasta 2013, el público no tenía acceso a estos datos discriminados por centros educativos. Sin embargo, ese año un fallo judicial –a raíz de un pedido de acceso a la información promovido por el diario El País– obligó a la ANEP a publicarlos y sentó un precedente. En él se basaron las autoridades para comenzar a divulgar los indicadores educativos discriminados por centro, año tras año. Entre los datos que se aportan se encuentra el índice de asistencia, de repetición y de abandono.
En un principio, la decisión de las autoridades no cayó bien en los sindicatos docentes por considerar que la iniciativa provoca una “mercantilización de la educación” al estilo chileno. Sin embargo, a pesar de que amenazaron con tomar medidas gremiales, finalmente desistieron por considerar que los datos como estaban presentados no aportaban demasiada información.
El caso chileno
La comparación que realizan los sindicatos con el sistema educativo chileno tiene, en parte, su razón de ser. Chile cuenta con un sistema de evaluación (Simce) desde la década de 1980 y entre las reglas que rigen el sistema está previsto que los padres cuenten con determinada información de los centros educativos para elegir a dónde mandar a sus hijos. Entre esta información se encuentra un ranking de escuelas, según su rendimiento.
Tabaré Fernández, sociólogo y experto en temas educativos, dijo a El Observador que “la elección del colegio (en el país andino) es como la elección de un producto cualquiera, donde hay oferentes y demandantes, y donde dentro de los principios organizadores del mercado está que los consumidores tienen información sobre las características del producto que van a comprar”. Además en Chile los datos de Simce son utilizados por los organismos a nivel nacional y municipal con el objetivo de diseñar políticas y tomar decisiones.
Sin embargo, ¿esta información realmente es utilizada por los padres para elegir el colegio de sus hijos? ¿Provoca corridas de un centro educativo a otro? ¿Los padres están capacitados para entender los datos que se les suministran? ¿Qué puede pasar en Uruguay con la publicación de los resultados educativos?
A pesar de la gran tradición chilena en el uso de este tipo de información, el primer estudio riguroso sobre el tema se realizó en 2011, de manos del magíster en Sociología de la Universidad Alberto Hurtado, Javier Corvalán.
El estudio arrojó que en casi 1.000 colegios los resultados de Simce han sido constantemente bajos en casi una década. Sin embargo, el 74% de los padres que enviaban a sus hijos a estos centros consideraban que la calidad de la enseñanza que recibían sus hijos era buena o muy buena. A esto se sumaba el hecho de que la movilidad estudiantil en esos colegios era muy baja: durante el período 2003-2006 solo el 11% de los estudiantes había cambiado de centro educativo por su propia voluntad y más de la mitad de ellos lo había hecho a escuelas de resultados similares, recogen los medios chilenos de aquellos días.
Para Fernández, los resultados obtenidos por Corvalán dan la pauta de que el análisis de la información que aportan las pruebas estandarizadas o Simce en Chile o la tasa de repetición –como se publicita en Uruguay– es engañosa y “requiere que los padres tengan mayores conocimientos sobre los planes de estudio y los procesos de enseñanza de aprendizajes y estadística”.
El caso uruguayo
Al respecto, Fernández citó otro trabajo realizado en Escocia en 1992, donde algunos condados tienen experiencia en este sentido. El estudio denominado Clientes en alerta del canadiense y experto en evaluación educativa, Douglas Willms arrojó que para que las familias utilicen este tipo de información deben tener cierto capital cultural para descifrarla. “Eso hace que sean las clases medias y las medias altas las que tengan el capital cultural adecuado para decodificar los datos”.
Fernández recordó que el caso uruguayo es diferente al chileno y al escocés porque en el país está estipulado que los niños y jóvenes vayan a la escuela, liceo o UTU de su barrio. “Cambiarlo en el caso uruguayo sería: miento una dirección, lo cambio a una escuela de tiempo completo –que no se asignan por barrios– o lo mando al sector privado”, expresó.
El sociólogo advirtió que si bien la información que está dando a conocer la ANEP “es bienvenida”, y es importante que se divulgue, su “impacto va a ser muy reducido”. En Uruguay como en Chile la mayoría de los padres no cuenta con las capacidades básicas para descifrar los datos que se divulgan y seguramente no la tendrán en cuenta, indicó.
A nivel de centros educativos se mostró confiado en que en alguno, los profesores tomen esa información y la utilicen para desarrollar acciones y cambiar resultados. Sin embargo, estos serán los menos.
Por esto, Fernández aseguró que la discusión que hay que dar ahora es qué tipo de información se da. “Yo creo que hay que dar mejor calidad de información, proporcionando claves para su interpretación y referencias que faciliten su lectura”, expresó. “Si te digo que tu escuela está en 380 puntos y te doy la referencia de que eso quiere decir que el promedio de los alumnos no está acorde al de primer año de educación media superior, sino de educación media básica, probablemente provoque una alarma. Si te digo solo el número, seguramente no provoque nada”, explicó. Fernández instó a las autoridades a generar incentivos para que docentes y padres aprendan a utilizar la información, y esto los lleve a tener voz en sus centros educativos, proponiendo y exigiendo cambios.
Comentarios recientes