DIRECTOR DEL INJU. ES UN ECONOMISTA Y POLITÓLOGO, INTEGRANTE DE LA GENERACIÓN “NO A LA BAJA” Y DE LA JUVENTUD SOCIALISTA
Por: MARCELO HERNÁNDEZ
“Ser joven no es delito”, es una de las premisas de este ‘doble’ profesional universitario, que milita desde los 16 años en el Frente Amplio y que por un tiempito más aún tendrá su Tarjeta Joven, y a pesar de esto, que es ser joven, tiene la responsabilidad de ‘sudar la camiseta’, como asegura, en la dirección del Instituto Nacional de la Juventud (INJU).
‘Santi’ Soto arrancó como asistente en el Ministerio de Desarrollo Social (Mides) en el equipo de Infamilla, que dirigía Julio Bango, en el 2008.
En 2010 entró al INJU tras presentarse en un llamado del PNUD, integrándose al equipo de Mathías Rodríguez (exdirector).
De profesión es economista, aunque hizo durante un tiempo dos carreras, la citada y Ciencia Política. Egresó primero en Economía y luego, de a poco, terminó la otra, y también es politólogo.
Tiene 28 años, o sea que aún tiene la Tarjeta Joven.
Milita en la Juventud Socialista desde los 16 años, además fue durante su lapso en la UdelaR, militante del Centro de Estudiantes de CC.EE., el cual tiene “una polenta grande”, sostuvo, agregando que el movimiento universitario “te da una militancia más plural y general, que está buenísimo”.
Durante la transición entre las presidencias de Mujica y Vázquez, una parte de las juventudes del FA le sugirieron a la actual titular del Mides, Marina Arismendi, su nombre, quien lo llamó y ‘cuadró’ que asumiera como director del INJU.
¿Cómo es ser tan joven y ser director del INJU?
-Para ser director del INJU no necesariamente se debe ser joven, pero si ‘sudar la camiseta’. No es una oficina pública como cualquier otra. Trabajar con jóvenes es distinto, trabajar la temática de la juventud es distinto, y aparte el INJU tiene una característica diferente a otros institutos de la juventud de otros países de Latinoamérica, porque está presente. La gente sabe que hay una casa INJU, está la Tarjeta Joven, la carrera 5k “Ser joven no es un delito”. Tenemos una buena visibilidad y es una puerta de entrada al Estado para los jóvenes.
Asumir esa responsabilidad de ser joven y estar en un puesto decisorio es un plus que imagino está bueno llevar adelante, y más dentro de las esferas políticas de nuestro país donde la mayoría de las personas que están en puestos que resuelven tienen mucha edad.
-Es una doble responsabilidad, porque además de tener que hacerlo bien, como todos, pero además si lo hacés mal, tiene la doble carga desde la perspectiva que tiene la gente de que encima es joven. Si se tiene una mala experiencia se va justificar a varias personas que piensan de esa forma. Es una experiencia que marca. Tenemos que demostrar que los jóvenes pueden. Más allá de los más jóvenes, de la generación ‘No a la baja’, hay una ‘barra’ generacional intermedia importante dentro del FA. Muy potente.
¿No fuiste de los que votaste al FA en el 2004?
-Llegué justo, ya que cumplo el 17 de febrero, y en 2004 las elecciones fueron el 30. No voté en las internas. Estrené con victoria la credencial.
Yendo al nombramiento por parte de Arismendi de vos en el INJU.
-Con Marina tuve sintonía total desde el principio. La conocía de la prensa, pero no en persona. Es súper humana, y de escuchar y reflexionar, y pensar juntos. Además hay libreto, ya que en el programa del FA queda reflejada la importancia que tienen los jóvenes, las políticas de la juventud y del INJU, que es una pieza clave en el desarrollo del proyecto de la izquierda en el Uruguay.
¿Cuáles son los principales desafíos de tu gestión, tanto en la continuidad como en los cambios?
-Mi antecesor, Mathías Rodríguez fue un excelente director, y dejó muy alto el listón del INJU, y está a la vista en los resultados. Nosotros tenemos dos grandes áreas de actuación; un carril más vinculado a las políticas de juventud, que incluye salir a negociar con los ministerios para que la oferta de programas se parezca a las necesidades que tienen los jóvenes. Ahí hay un trabajo muy fuerte en el Consejo de Políticas Sociales. Esa es la tarea más invisible. En ese rubro las cosas más grandes, son la ley de empleo juvenil, etc., pero también la tarea de ‘zurcido invisible’ en otros aspectos más pequeños. El otro carril es promocionar la participación y discutir cual es el lugar de los jóvenes en una sociedad envejecida. Un ejemplo de eso es la carrera de 5K “Ser joven no es delito”, pero hay muchas más, como el programa Impulsa. A su vez dentro de esos dos carriles, nos plateamos tres énfasis programáticos-políticos para esta gestión, algunos de continuidad y otros de cambio. El primero es seguir profundizando la llegada territorial del INJU con los gobiernos departamentales y municipales. Otra línea es generar una puerta de entrada a emprendimientos juveniles. No ejecutando, pero si generando confianza y dándoles instrumentos o informarles los que tienen a disposición. Promocionamos el emprendurismo. Y el tercer énfasis es representar la estrategia de inclusión de los jóvenes que están en situación de vulnerabilidad de sus derechos. Ahí tenemos mucho para aportar a través del programa Jóvenes en Red, pero también en la discusión general de qué estamos haciendo como Estado para atender la situación de los jóvenes en que les ha quedado la ‘mano más lejos’ después de lo que fue la desarticulación de las redes en los 90’.
¿Qué influencia tiene en los rumbos de los programas del INJU los resultados que arrojó la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (ENAJ)?
-Son insumos para tomar decisiones. Tiene de la A a la Z en la temática y es oficial. Hay cifras en aspectos más básicos, como educación, salud, trabajo, sistemas de cuidados, sustancias, deportes, y otras cosas más vinculadas a las respuestas de los jóvenes. Hay 300.000 jóvenes que participan en actividades de la sociedad civil, ya sean religiosas, estudiantiles, sindicales o políticas, de un universo de más de 800.000, lo que significa más del 40% de los jóvenes hace parte de una de estas actividades. La campaña de No a la baja tuvo una gran participación, de jóvenes de todos los estamentos, ya sea políticos, sociales, religiosa, y eso es muestra de que el INJU debe de estar muy presente en la agenda de apoyo a las iniciativas de participación juvenil. Además, una de cuatro mujeres declaró haber dejado los estudios para dedicarse a las tareas de cuidados, lo que habla de restricciones en el acceso del mercado de trabajo que hay que mejorar. Otro dato es que su primer empleo lo logran a través de conocidos o familiares, y de eso, dos tercios son informales. Hay mucho para trabajar ahí. En ese punto es muy útil el programa Yo estudio y trabajo. Esto nos da evidencias para reforzar iniciativas de este estilo y de primera experiencia laboral. Hay un conjunto grande de áreas claves de políticas ya que hay información del detalle fino que les sirven a los técnicos para planificar.
¿Qué rol puede jugar en el INJU, en ese tema de que las jóvenes vuelvan al sistema educativo y a su vez se incluyan cumpliendo una tarea remunerada, en el próximo, a implementarse por el nuevo gobierno, Sistema Nacional de Cuidados? ¿Se matarían dos pájaros de un tiro, como se dice; vuelta al sistema educativo y trabajo formal?
-Claro. Ahí tenemos plena sintonía de trabajo, porque además fuimos compañeros de trabajo en el Mides, con Julio Bango, que será el coordinador del programa. El Sistema Nacional de Cuidados será de las políticas de estado que más van a beneficiar a los jóvenes por el trabajo que van a tener en el cuidado de los niños, ya que este programa también va a atender a los discapacitados y a los adultos mayores. Allí también van a trabajar las personas de 18 a 29 años.
¿De qué forma quisieras que recuerde la gente tu gestión en el INJU?
-A todo el mundo le gustaría que dijeran que “Santiago se ‘rompió el lomo’ y logró que los jóvenes tuvieran en el INJU un lugar de referencia para sentirse parte de la sociedad”. Hay una frase que me gusta mucho del Presidente que dice “vivir en un país donde ser niño no sea un problema, ser joven no sea delito y ser viejo no sea una carga”. Sería feliz con que el INJU cumpliera con su rol en lo segundo. Que mucha gente que se rompió el lomo desde hace tanto tiempo, vea ese fruto en los jóvenes. Quisiera que el INJU sea un lugar donde se defienden los derechos de los jóvenes y sea una referencia para que se garanticen sus derechos.
Sus objetivos en la política
Soto aseguró: “No tengo objetivos claros. Dejo que me lleve la vida por los caminos que me quiera llevar, más allá de planificar algunas partes, como en los estudios. Por ahora estoy concentrado en esta tarea, que para mí es un disfrute, el sudar la camiseta. Nunca me imaginé estar acá. Me veía más vinculado a la investigación. La gestión siempre es un desafío, pero también es una vocación por hacer que las cosas pasen”.
LA CIFRA
300.000. Son los jóvenes que participan en actividades de la sociedad civil, ya sean religiosas, estudiantiles, sindicales o políticas, de un universo de más de 800.000, lo que significa que más del 40% de los jóvenes hacen parte de una de estas actividades.
Posted by Vos en Plural on 4 mayo, 2015 at 14:59
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