Al anochecer, pocos minutos antes de que pase el camión que recolecta la basura por el barrio cerrado en el que viven, Juan Ignacio Marín, de 38 años, administrador de empresas, tiene que montar un operativo distracción para sacar las bolsas de residuos. Lo confiesa con cierto pudor.

La nueva generación de «niños con conciencia» generó un nuevo dilema familiar.
Es padre de Tadeo y Milo, de nueve y siete años, dos niños comprometidos con la ecología, que aprendieron la importancia de reciclar en la escuela.
«Estamos muy contentos con esta faceta de nuestros hijos. Cuidan el agua, usan menos papel. Pero, por otro lado, se volvieron casi fundamentalistas verdes, quieren reciclar todo y eso parece difícil. Tal vez el problema sea que consumimos demasiado y generamos mucha basura», afirma el padre.
No es el único. La nueva generación de «niños con conciencia», como los llaman los especialistas, generó un nuevo dilema familiar. ¿Qué ocurre cuando los principios de los ecokids chocan con la cultura de consumo y descarte de sus padres? Y con la suya propia…
En la práctica, son muchos los padres que, con culpa, pergeñan un plan B, cuando sus hijos se suman a un proyecto ecológico.
Hace pocos días, Bernarda Vallejos, de siete años, tuvo una ocurrencia cuando vio el aceite que se enfriaba en la sartén luego de hacer milanesas y papas fritas. «¡Podemos reciclar el aceite y hacer jabones!», propuso. A continuación, enunció la lista de ingredientes que se necesitaban. Había visto en un canal de televisión el modo de reconvertir en algo útil aquel líquido ámbar.
Los padres de Bernarda se miraron y a medida que la escuchaban, se convencían de que ese proyecto nunca ocurriría en su apartamento. En seguida pusieron manos a la obra para desactivarlo. Mientras el papá la felicitaba por la gran idea y la llevaba a dormir, la mamá no lo dudó: había que deshacerse del aceite. Sin siquiera esperar a que se enfriara por completo, lo tiró por la rejilla y se aseguró de que no quedaran rastros. 
«Estamos viendo toda una generación de chicos que educan a sus padres, sobre todo en temas ambientales», indica Lucas Campodónico, especialista en consumo responsable, quien dirige la publicación argentina Ecomanía, la cual desde noviembreestá en Uruguay.
«Es muy positivo cuando los chicos empiezan a cambiar los hábitos en la casa en función de lo que aprendieron en el colegio o en talleres, incluso a través de los medios de comunicación sobre ecología. Sobre todo, porque los chicos suelen ser intransigentes con sus convicciones», dice Campodónico. Y esto genera un nuevo dilema para los padres.
Evidencia científica.
Hace unos meses, José Domingo Villarroel, investigador de la Universidad del País Vasco, publicó en la revista científica SpringerPlus un trabajo sobre cómo los más pequeños desarrollan una conciencia medioambiental.
En el estudio se les preguntó a niños de entre cuatro y siete años cuál era más reprochable de distintas acciones. Resultó que para ellos como norma de convivencia es más grave dañar una planta o tirar basura a la calle que meterse el dedo en la nariz o no tener buenos modales a la hora de comer.
Quiere decir que romper normas ambientales una vez incorporadas es más grave que quebrar las normas de convivencia social.
«El problema es que todavía estamos en una fase muy inicial en materia de ecología en las escuelas. En general, les enseñamos a reciclar lo que se consume. Pero deberíamos avanzar hacia un replanteo del modo en cómo se consume. Si uno recicla el 90% de la basura que produce, todavía queda un 10%. ¿Qué tal si nos planteáramos como objetivo consumir menos, para producir menos desechos, para que los recursos alcancen para todos y duren más tiempo?», agrega.
Constanza Praetsier es madre de Bruno y Tiziana Migliore, de 13 y 9 años. Ellos no dudarían en definirse como chicos ecológicos. Cuando Constanza los convoca para reciclar la basura, se suman a la actividad con entusiasmo. «Hace algunos años, decidí que íbamos a reciclar nuestros residuos y ya lo incorporamos a la mecánica familiar», relata.
En su casa, cuentan con algo de espacio extra para separar lo reciclable. Los envases, las botellas, las cajas y los papeles van a parar a un lugar distinto de los residuos húmedos u orgánicos. «Se junta más volumen de lo reciclable que de lo otro», dice la madre. Entonces hay que lavarlo, abrirlo y prepararlo. «Lo tiramos en unos contenedores verdes que hay frente a la escuela de los chicos», concluye Constanza.
QUÉ HACER
1.Equipos
Para lograr un hogar ecológico, los expertos recomiendan instalar bombillas de bajo consumo y no dejar la luz o aparatos eléctricos encendidos cuando no son utilizados. Al mismo tiempo, aconsejan utilizar pilas o baterías recargables.
2.Basura
No arrojar residuos como pintura en la basura o por el inodoro. Este tipo de productos terminan en los mares y ríos de la ciudad. Además, el papel, cartón, plástico, vidrio y metal que generalmente se tira a la basura puede ser reciclado.
3.Compra
Muchos expertos recomiendan comprar productos que han sido fabricados en el país de origen, o al menos en los sitios más cercanos. Esta acción le garantiza al cliente que fue utilizada la menor cantidad de combustible para llegar a su casa.
CURSOS ECOLÓGICOS PARA JÓVENES
Agroecología. Un curso sobre la disciplina
En marzo, brindarán un curso sobre la agroecología como disciplina del presente y futuro de la agricultura. Allí darán sus principales bases teóricas y algunas de sus grandes potencialidades prácticas.
Árbol. Su relación con el hombre en el país
El Centro Uruguayo de Tecnologías Apropiadas (Ceuta) dará un curso de verano en enero para jóvenes y adultos. Allí abordarán la restauración de la relación entre el hombre y el árbol y los bosques.
Semillas. Las semillas criollas de Uruguay
En febrero, el Ceuta dará un curso sobre qué son, dónde están y cómo se conservan las semillas criollas. Además, se hablará sobre su producción, acondicionamiento y conservación en Uruguay.
http://www.elpais.com.uy/vida-actual/obsesion-ecologica-ninos-fanaticos-reciclado.html
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