La impresión 3D arribó a los hospitales públicos. Cada 15 días, cirujanos plásticos del Hospital de Clínicas utilizan esta tecnología para agilizar operaciones de personas que sufren fracturas de mandíbula.

La tomografía es fundamental para imprimir. Foto: Francisco Flores
Antes, las principales causas que ocasionaban este tipo de fracturas eran solo los siniestros de tránsito. Desde hace unos años, se sumó la violencia interpersonal y, en tercer puesto, aparecieron los accidentes deportivos.
Hasta hace dos meses, cuando sucedía este tipo de incidente, hacían una tomografía y operaban. Ahora, la Cátedra de cirugía plástica, reparadora y estética de la Universidad de la República empezó a innovar en la posibilidad de sumar un nuevo eslabón en su proceso quirúrgico: la impresora 3D.
Como veían que en el mundo de la salud la presencia de esta tecnología empezaba a expandirse, los cirujanos se vieron seducidos por la posibilidad de incorporarla. Hace dos meses decidieron realizar la primera operación en un paciente de 50 años que sufrió un accidente de tránsito y tuvo múltiples fracturas en la mandíbula.
«Ahorró tiempo, simplificó el proceso anestésico quirúrgico y nos facilitó el encuadre académico», explicó a El País Héctor Juri, profesor titular de la cátedra.
El proceso.
Cuando un paciente se fractura, se le hace una tomografía. El encargado de realizarla es el técnico radiólogo, a quien le solicitan producirla «en alta resolución». Esa tomografía la guardan en un CD y la llevan a los expertos en impresión 3D.
Allí, convierten el archivo para que la impresora lo reconozca y empiezan a imprimir a escala real la mandíbula fracturada. El proceso de fabricación demora unas seis horas. «En un día ya tenés la pieza», contó Óscar Jacobo, profesor agregado de la cátedra.
La mandíbula impresa tiene la rajadura de la fractura. Una vez en la mano de los médicos, la dividen en dos y la «regeneran». Luego, eligen la placa de titanio, un objeto que sirve para colocar tornillos y unir las dos partes quebradas. También permite seleccionar la profundidad del tornillo que los cirujanos elegirán, en función del paciente. «En una tomografía es muy difícil medir la profundidad», indicó Jacobo. Algunas de estas decisiones se toman durante la operación. Por ello, recrearla antes, ahorra un 25% del tiempo quirúrgico, según estimaron los cirujanos.
¿Más barato?
Las recreaciones maxilofaciales no son nuevas para estos médicos. En operaciones que eran muy complejas, enviaban la tomografía computada a Brasil y la imprimían en estereolitografía, un material muy costoso. Esa impresión costaba unos US$ 1.000 dólares.
Ahora, con un convenio que lograron con tres emprendedores especialistas en impresión 3D, cada mandíbula recreada les cuesta unos US$ 50. Además, con menos tiempo en cirugía presumen que «permitirá abaratar costos al sistema sanitario», apuntó Gustavo Mantrana, residente de posgrado de la cátedra.
El material que utiliza la impresora es PLA, hecho a partir de maíz. Es biodegradable y en Uruguay se consigue a US$ 50 el kilo. «Tiene una ventaja a largo plazo: no genera un efecto nocivo para el medioambiente», comentó Juri.
El costo de cada pieza corre a cuenta de la cátedra como parte de la investigación que llevan a cabo los docentes.
Esta nueva técnica no solo tiene efectos para el paciente. También repercute desde el punto de vista académico. «Con esta metodología podemos saber las destrezas manuales de los residentes y cómo resuelven problemas quirúrgicos de mediana o alta complejidad», explicó Juri.
Hecho y por hacer.
La impresión 3D tiene una aplicación «para todo lo que puedas imaginar», aseguró Alejandro Lozdziejski, emprendedor en esta área. La medicina es una de ellas.
La Facultad de Odontología de la Universidad de la República sumó esta tecnología a su posgrado de Implantología desde el año pasado. De ese modo, algunos de los 450 implantes que realiza la facultad se utilizan con esta técnica.
Según los cirujanos, esta misma técnica puede utilizarse para fracturas de manos y en otro tipo de cirugías en otras partes del cuerpo.
«Seguiremos desarrollando trabajos de investigación científica en este tema para lograr cada vez cosas mayores», concluyó Mantrana.
USOS 3D EN MEDICINA
Prótesis para impresión 3D
En el mundo ya se han impreso piernas plásticas, orejas postizas, cubiertas para la cara. Bespoke Innovations es una empresa que se dedica a este negocio. Uno de estos revestimientos cuesta entre US$ 4.000 y US$ 6.000.
La tráquea artificial
En Estados Unidos, Kaiba Gionfriddo, un niño de un año y medio, logró sobrevivir gracias a la impresión 3D de una tráquea. La operación fue en el Hospital Mott en el 2012. Hoy, el niño respira sin inconvenientes.
Cráneo de plástico
Médicos del Hospital Universitario de Utrecht, en Holanda, implantaron todo el cráneo (de plástico) desde la frente hasta la nuca y “de una oreja a la otra” de una persona. La operación ocurrió el pasado 27 de marzo. Supuso “20 horas de operación”, explicaron los expertos tras finalizarla.
Creación de tejidos
Organovo comercializó una bioimpresora en 3D, capaz de reproducir tejidos humanos, informó el diario El País de Madrid. Ha sido utilizada para generar tejido hepático, entre otros usos.
Células madre
La Universidad de Heriot-Watt de Edimburgo anunció el uso de células madre embrionarias humanas por vez primera en una impresión 3D. Según contaron sus investigadores, lograron mantener las características naturales.
http://www.elpais.com.uy/informacion/hospital-clinicas-incorpora-impresiones-3d.html
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