ARANA DESTACÓ ALGUNAS OBRAS, PERO ALERTÓ SOBRE VIEJOS Y NUEVOS DESCUIDOS
El exdocente de Historia de la Arquitectura e Intendente de Montevideo durante dos períodos, Mariano Arana, analizó la demolición del edificio «Assimakos», la normativa vigente y las respuestas de los técnicos.
El arquitecto Mariano Arana dijo a El País que el valor de «Assimakos» no ameritaba una declaración de Monumento Histórico, aunque podría haberse incluido en listas de protección departamental, pero a continuación «de otras decenas de obras mucho más importantes».
Enseguida confesó que lo emocionó la reacción de la gente «que puso el grito de alarma, porque entendió que esa obra era un hito, dentro de Avenida Italia, que salvo excepciones, en la zona cercana a Tres Cruces, no tiene casi nada para ver «.
A su entender, tendrían que haberse mantenido los elementos más característicos, «como aquella especie de cúpula en la parte central de una propuesta casi simétrica, en la fachada, con esas características ornamentales que Jorge Caprario utilizó en más de una de sus obras. No me puedo explicar, ni compartir que se haya demolido la totalidad, y más aún sin tener la autorización, eso lo considero gravísimo. Estoy seguro que la Intendencia va a actuar con la mayor severidad que las normas se lo permitan».
Aunque no existe ninguna legislación para impedir lo acontecido, Arana sostuvo que en más de una ocasión, frente a casos parecidos, dialogó para evitar calamidades arquitectónicas. «No siempre me enfrenté con una muralla; hay que hacer los esfuerzos para que las negociaciones permitan conjugar la permanencia y el cambio que la vida urbana conlleva, porque la ciudad es un organismo vivo».
Los planos de «Assimakos» permitirían reconstruir la parte emblemática del edificio. Arana recuerda que en el mundo hay dos grandes ejemplos, los teatros de ópera El Liceu, de Barcelona, y La Fenice de Venecia. «Yo no estaba de acuerdo, pero es cierto que en la reconstrucción incidió muchísimo la población. Vi la de Barcelona, y lo cierto es que se hizo una tarea formidable. En cuanto a Assimakos, si alguien quisiera hacer la cúpula y la doble pared con ornamentación, casi que me gustaría a mi también, vamos a decir la verdad».
Obras en peligro.
Arana fue cuestionante al momento de referir edificaciones de Montevideo que podrían desaparecer si no se toman recaudos a varios niveles.
«Yo ya se lo he dicho a algunos técnicos municipales, para que a nadie lo tome por sorpresa o se haga el distraido. La avenida 18 de Julio es un extraordinario catálogo de obras muy diferentes y muy valiosas, y allí hay una edificación de singularísima presencia urbana que me preocupó no bien fue desalojada una importante librería, Puro Verso, en la esquina con Cuareim, frente a la Cancillería. De pronto se quiere demoler, ¡por favor! Es una obra que está en una avenida y es muy anterior a 1940. No pretendo perjudicar ni a propietarios ni a promotores, pero se puede negociar razonablemente para compatibilizar allí lo nuevo y lo viejo, por ejemplo la balconada de balaustres de mármol de Carrara, y una muy sensible ornamentación de toda la fachada que da a 18 de Julio».
Entre temas múltiples, Arana subrayó que la ciudad es una obra coral y no de grandes divos solistas. Destacó obras recientes como la recuperación del Mercado Agrícola y el Hotel Carrasco, pero no eludió las denuncias de olvidos.
«En la Ciudad Vieja hay tramos que sospecho que los propietarios están esperando que se vengan al suelo solos, sin que se les esté exigiendo ni siquiera el apuntalamiento, para evitar un deterioro que mañana todos tendremos que lamentar. Por ejemplo, a pasos de la Comisión de Patrimonio Nacional. En la calle 25 de Mayo, entre Bartolomé Mitre y Juncal, hay un tramo homogéneo de construcciones, del último tercio del siglo XIX, que exige atención. Ahora, en esto tampoco podemos hacernos los distraídos, es una gran responsabilidad que tenemos, aunque también hay que contemplar las expectativas razonables de un propietario o promotor. Entre la expropiación y la inacción tiene que haber una gama de posibilidades a enfrentar con audacia».
Aberraciones.
En el tejido capitalino, varias intervenciones irritan a Mariano Arana. Los estacionamientos «a cielo abierto, en pleno corazón de la ciudad consolidada», se ubican en los primeros lugares de su «lista negra». Cita, por ejemplo, al de Uruguay y Rondeau, y al de Colonia y Barrios Amorin.
También refirió su preocupación por los parques. «Debemos cuidar la calidad de vida que un parque le confiere a toda la ciudad. No sé cómo se aceptó, por parte de la Junta Departamental, que un club al que le tengo una enorme simpatía, como Sporting, haya llegado a apropiarse de zonas para levantar más construcciones privadas, disminuyendo la utilización de un espacio público en el Parque Rodó, que es Monumento Histórico. En medio de una preciosíma glorieta y de un estanque muy clásico, que posiblemente fue diseñado por un ejemplar funcionario municipal, el arquitecto Eugenio Baroffio, ¿cómo es posible que se haya permitido la degradación? ¡Por favor, revertir eso¡».
Otro tema que angustia a Arana es «Tres Cruces». Con vehemencia, afirmó: «No puedo entender cómo la administración anterior, un gobierno de izquierda, admitió semejante dislate, al duplicar la capacidad comercial, consagrando la aberración de la localización de una terminal de ómnibus que está perturbando toda la ciudad, y que podría instalarse en donde está el Mercado Modelo, cuando éste se traslade. Son seis o siete hectáres de la Intendencia, con una soberbia estructura, elaborada en 1937 por el arquitecto Rodríguez Larreta. Y si no fuese en el propio Mercado, se podría establecer, a su alrededor, una transformación urbanística, en lo que hoy sería el baricentro de Montevideo, mientras que en el momento de su construcción ésa era un área prácticamente rural».