Paciente con cáncer se juega la vida en tribunal de apelaciones

MSP Y FNR NO LE SUMINISTRAN EL MEDICAMENTO QUE PRECISA

Javier Barboza tiene 51 años y un melanoma maligno con metástasis que lo pone al borde de la muerte. Necesita un medicamento que cuesta 7.000 dólares por mes, mucho más de lo que puede pagar, y el MSP y el FNR se niegan a suministrárselo.

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Se muestra tranquilo, esperanzado e incluso con ánimo. El único síntoma evidente de su enfermedad es su ropa, unos talles más grandes de los que permite su delgadez. Tiene cuatro hijos, dos menores, de siete meses y ocho años, y dos nietos. «Cuando ella quedó embarazada -dice y señala con la cabeza a su compañera- no sabía que iba a aparecer esto».

A Barboza lo diagnosticaron en febrero del año pasado y desde ese entonces vive dentro de una pesadilla. Sin embargo, todo comenzó mucho antes, en 2004, cuando descubrió un lunar en una de sus axilas. Terminó siendo un melanoma maligno. Se lo extirparon y le recomendaron que se controlara durante los próximos cinco años. Sumamente cuidadoso, Barboza siguió haciéndose los exámenes pasado este tiempo. Nueve años después descubrió un lunar en el mismo sitio. Fue de inmediato al médico y resultó ser un melanoma maligno con metástasis.

Desde ese momento comenzó a tratarse. Quimioterapia, radioterapia y una lluvia de medicamentos que suelen agotarlo y hacerlo sentir impotente. «Hay días que me quedo acostado y digo `qué ganas de tener ganas`», se lamenta y sonríe.

En el camino, también le encontraron metástasis en la vesícula y esta le fue extirpada. «Los médicos no se explican cómo no me agarró otros órganos, de todos modos sé que tarde o temprano eso va a pasar, por eso necesito el Vemurafenib», advierte.

Este medicamento, una droga suministrada solo por el laboratorio Roche, tiene un costo de 3.500 dólares la caja, con pastillas suficientes para 15 días de tratamiento. Es exclusivo para pacientes con melanoma maligno metástico de la mutación BRAF V600E, o sea que sirve solo para el 5% de las personas que tienen este tipo de cáncer. Y adentro de este grupo está Barboza.

El juicio.

 

Este padre de familia, que recomienda a cada rato cuidarse del sol, al que apunta como el gran culpable de su enfermedad, se juega su próxima batalla a mediados de febrero, cuando luego de la feria judicial espera que el tribunal de apelaciones se expida e inste al Fondo Nacional de Recursos (FNR) o directamente al Ministerio de Salud Pública (MSP) a entregarle el medicamento.

La sentencia a primera instancia fue dictada el 4 de diciembre de 2013. Allí Barboza perdió tanto ante el FNR como ante el Ministerio. Un dato curioso: dos días después la Justicia falló ante un reclamo de una paciente con la misma enfermedad y obligó a la cartera a que le entregue el Vemurafenib. Lo mismo pasó en 2012 con el reclamo de otro joven.

«Esperamos que esta sentencia sea revocada por el tribunal de apelaciones», dice enfática Carolina Rebagliati, abogada de Barboza que tiene vasta experiencia en defender a pacientes que reclaman por un medicamento caro.

Rebagliati tiene confianza en que «la Justicia va a hacer lo que debe» y, por eso, impulsa con Barboza una campaña de donación, a través de una cuenta en Abitab (N°39898), que permitirá a su cliente hacerse de las primeras dosis del Vemurafenib. Si se recauda más plata que la necesaria o se pierde el juicio y debido a su costo se decide no hacer el tratamiento -pues una vez que se empieza este no puede detenerse-, Barboza asegura que el dinero será donado a una institución que trate a pacientes con cáncer.

Negativa.

La razón que aducen el MSP y el FNR para no entregar el medicamento es que este no forma parte del Formulario Terapéutico de Medicamentos (FTM), que el propio Ministerio actualiza una vez por año.

En el recurso de apelación Rebagliati señala que la cartera recae en una contradicción al incluir el Vemurafenib en la lista de medicamentos permitidos para su uso, pero no agregarlo al FTM, y que se viola la Constitución por dejar a Barboza desprotegido de «derechos fundamentales del individuo» como lo son «la salud y la vida».

Sobre la negativa del FNR, Rebagliati recuerda que la competencia de este, que fue creado «con la finalidad de responder a la problemática planteada por los medicamentos y tecnologías médicas de alto costo, en base a criterios de universalización y equidad», fue fijada con anterioridad al decreto del Poder Ejecutivo que creo el FTM. Por esto, advierte, «mal podrían normas que son cronológicamente anteriores limitar la competencia del organismo».

Única esperanza.

La manera de fijar la política de entrega de medicamentos enojan al oncólogo Eduardo Lasalvia, médico de Barboza, que sostiene que la actualización del FTM una vez por año es contraria a la velocidad en que hoy aparecen las nuevas soluciones para tratar enfermedades como el cáncer.

Lasalvia asegura que en el caso de Barboza ya se «han agotado todas las vías de tratamiento propuestas hasta el momento» y que el Vemurafenib es hoy «la única esperanza».

El oncólogo reconoce que este medicamento no será la solución definitiva, pero al menos servirá para mejorar su calidad de vida y darle tiempo a la ciencia para que aparezca una nueva droga. «En materia de oncología se están inventando cosas todos los días», advierte Lasalvia.

«Con Vemurafenib, Barboza va a vivir más y mejor. Esta realidad es incontrastable. Esto nos permite mayor tiempo de vida, mayor tiempo libre de síntomas y nos da tiempo para la eventual aparición de nuevas drogas o de nuevos procedimientos que nos permitan mejorar su pronóstico», señala el oncólogo.

De hecho, el Vemurafenib, que ya fue autorizado por la Food and Drug Administration (FDA) de Estados Unidos y por su equivalente en Europa, la EFSA, existe apenas desde 2012. Barboza sostiene que si esta hubiera sido su situación en 2004, quizá su destino habría sido incambiable. «Pero ahora tengo suerte, existe una solución», señala.

«No lo paga el juez, lo pagamos todos»

Javier Barboza se siente disgustado por las declaraciones del director del Fondo Nacional de Recursos (FNR), Alarico Rodríguez, que días atrás dijo que «hay enfermedades raras que tienen un costo asumible, pero hay otras que son inasumibles para cualquier país».

En este sentido, Barboza señaló que con el cáncer, igual que con las enfermedades raras, «hay quienes parecen creer que esto jamás les puede pasar».

«La realidad es que a cualquiera le puede pasar de necesitar un medicamento caro. Incluso le puede pasar al juez que me dijo que no, que me dijo que no pese a estar mirándome cara a cara, y a haber escuchado a los peritos y a los médicos… Además, tampoco lo paga él, lo pagamos todos», precisó.

Barboza, advirtió que por la actividad que desempeña -se dedica a la venta de terrenos- ha pagado «muchísimos impuestos». Y que espera que de alguna manera el Estado hoy le devuelva esa plata salvándole la vida.

«No es que vengo de otro lado, de otro país a reclamar algo… Vengo a pedir lo que siento que me corresponde. Insisto en que el juez también puede necesitarlo; pero ojo, no le estoy deseando esta enfermedad a él ni a nadie, solo digo que hay que tener en cuenta que a cualquiera le puede pasar. Lamentablemente es así, es la vida», concluyó.

http://www.elpais.com.uy

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