“Estamos intentando cambiarle la cabeza a la gente. Antes a las personas discapacitadas las traían a estas escuelas a que transcurrieran su vida, pero ahora hay una tendencia a ayudarlas a que se valgan por sí mismas”, sostuvo la “pequeña” empresaria Leticia Soria, que pretende dar a conocer lo que hacen estos adolescentes que buscan ganarse un lugar igual al de todos en la sociedad en que viven.
Con el objetivo de dar a conocer a empresas, autoridades y población en general lo que hacen las escuelas especiales de nuestro país que cuentan con talleres de habilitación ocupacional, la empresaria Leticia Soria, de Letso, organizó una jornada de toma de conciencia y para que aprendamos a extenderles la mano a estos jóvenes, que tienen discapacidad, pero que están “muy capacitados”.
En dicha actividad también se aprovechó para difundir aspectos de la ley Nº 18.651, que trata sobre la “Protección integral de personas con discapacidad”, referido al capítulo VIII, “Responsabilidad en el fomento del trabajo en la protección integral de personas con discapacidad”.
En Uruguay existen cinco escuelas con talleres ocupacionales: tres en Montevideo; la Escuela Nº 259 en el Centro; la Nº 380 en el Hipódromo; y la Nº 207 en Barrio Sur. A estas se suman dos en el Interior; la Nº 120 en Minas (departamento de Lavalleja); y la Nº 97 en Salto.
Estos centros de educación son públicos, por lo que dependen de ANEP, bajo la órbita del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) y de la Inspección Nacional de Educación Especial.
Dichas escuelas atienden a personas con discapacidades, de entre 15 y 21 años, a las que les brindan distintos talleres, entre los que se encuentran confección, cuero, telar, encuadernación, carpintería, joyería, zapatería, peluquería, tecnología alimentaria, lavandería, jardinería, mantenimiento eléctrico, cerámica, agrario.
Sensación de “sí se puede”
Apenas pasadas la hora 14, LA REPÚBLICA llegó hasta la escuela Nº 259, ubicada en la calle Yi casi Paysandú, en Montevideo, siendo recibidos por un importante grupo de voluntarios convocados por la “pequeña” empresa Letso, promotora del evento, los que proporcionaban una carpeta realizada en el taller de encuadernación del mismo centro, la cual contenía información sobre cada una de las escuelas y el texto de la ley Nº 18.651.
Tras esta instancia, autoridades de la escuela anfitriona del evento les daban a los invitados una visita guiada por el sitio.
En la misma se trabaja con adolescentes con discapacidad intelectual. Se les brinda talleres de habilitación ocupacional y pre-ocupacional a sus 91 alumnos, los cuales desayunan y almuerzan en dichas dependencias.
Estos son preparados en habilidades sociales y ocupacionales apuntando a la formación del ciudadano, con miras a la inserción laboral o a la formación de microemprendimientos, participando las escuelas-taller anteriormente nombradas.
La iniciativa solidaria
La joven y emprendedora empresaria Leticia Soria, a través de su marca Letso, lleva a cabo un proyecto con esta escuela.
Según contó a LA REPÚBLICA, su vinculación con esta clase de centros comenzó hace aproximadamente un año cuando necesitaba unos cuadros y se contactó con el docente de carpintería de la escuela 380 del Hipódromo. Después precisó unos trabajos en cuero y ahí llegó hasta la 259, donde acordó para hacer una línea de carteras para su emprendimiento. “Lo mío es una pequeña empresa, por lo que lo que traigo es muy poquito, por eso surgió la idea de arrimar a otras empresas, para que conozcan a los chiquilines y se planteen darles una mano de verdad”, enfatizó Leticia.
Además, que estas les traigan trabajo para que ellos hagan, que los contraten para hacer pasantías o ser parte de su personal efectivo, y también para dar a conocer el Capítulo VIII “Responsabilidad en el fomento del trabajo”, dentro de la ley Nº 18.651, que establece un sistema de protección integral a las personas con discapacidad.
“La finalidad es concientizar a la ciudadanía de que la persona con discapacidad es un ciudadano más con los mismos derechos que todos y que con apoyo puede desenvolverse en todas las áreas de la vida, ya sea familia, educación, ocio y trabajo”, puntualizó la joven microemprendedora.
Acerca de la citada norma, agregó que esta prevé, como forma de incentivo para las empresas, exoneraciones de los aportes patronales que deben verterse al contratar a estos o cualquier joven, aunque el detalle sobre esto, señaló Soria, puede lograrse comunicándose con el Programa Nacional de la Discapacidad (Pronadis). Dicho asesoramiento es gratuito.
Leticia indicó que se recibe el apoyo desde Primaria, aunque afirma que aún “hay mucha burocracia”, además “estamos intentando cambiarle la cabeza a la gente. Antes a las personas discapacitadas las traían a estas escuelas a que transcurrieran su vida, pero ahora hay una tendencia a ayudarlas a que se valgan por sí mismas. También estamos gestionando para que tengan un diploma, porque hacen, por ejemplo, tres años de cocina y ningún documento certifica que están aptos para hacer dicha tarea. Faltan muchas cosas, pero se están empezando a organizar para que todos sean beneficiados”, acotó.
Otro factor existente es que las familias “sienten miedo” a que discriminen a sus hijos, nietos, sobrinos, que tienen discapacidades. “Es un todo, que haya leyes que los protegen, les den derechos y obligaciones, y que la sociedad los acepte tal cual como son y no los diferencien. Esa es la clave”, concluyó la joven empresaria.
Los verdaderos protagonistas
Durante la recorrida en la escuela 259, LA REPÚBLICA dialogó también con los verdaderos protagonistas, los jóvenes discapacitados que se han capacitado o están aprendiendo para ocupar un rol como todos en la sociedad que compartimos.
Tal es el caso de Valentina, 17 años, que hace tres años que está estudiando “belleza”, que incluye, entre otras especialidades, peluquería, manicuría, maquillaje.
“De chiquita quería ser peluquera y ahora lo estoy pudiendo cumplir. Además estoy haciendo una pasantía en un centro estético de Pocitos y eso me encanta”, afirmó la adolescente.
Aunque en otro rubro, por el mismo camino va Angie, de 19 años, que está cursando gastronomía desde marzo de 2013.
Al preguntársele cuáles de las exquisiteces que elaboraron los jóvenes para compartir con los visitantes era su especialidad, dijo: “Me gusta hacer de todo, dulce o salado, y me encantaría primero trabajar en alguna casa de comida, pero lo que más quiero es tener mi propio restorán”, enfatizó muy convencida de que logrará su objetivo.
Otro rol fundamental en este proceso es el de los docentes, como Miriam Santos, que es la “profe” de cueros.
Ella destaca el esmero y el esfuerzo que ponen los chiquilines tanto en el proceso de aprendizaje como en el de confección de los productos que les piden empresas o particulares.
“Tenemos muchos encargos. Hacemos materas, carteras, billeteras, entre tantas cosas”, explicó la docente.
Volviendo a los gurises, Estéfani, 20 años, no salió al cruce para decirnos que le encanta “Violetta”, la cantante y actriz argentina que enfervoriza a los adolescentes, y que por estos días estuvo por nuestro país.
Por eso, es que actualmente está tejiendo en sus clases, ya que hace “telar”, una bufanda de color violeta, pero asegura que “he hecho muchas cosas. Otras bufandas, carteras, que le he regalado a toda mi familia”.
En números
4
Es el porcentaje de personas con discapacidad que deben incorporar las empresas a su personal según la ley.
1910
Es el año en que “nació” la educación “especial” en nuestro país.
Las escuelas
En Montevideo
259: Yi 1573 y Paysandú. Tel: 2908 68 27
207: Dr. Aquiles Lanza 1075. Tel: 2908 21 75
380: Cno. Maldonado 5745. Tel: 2514 06 89
En Interior
120: Ellauri 436. Minas/Las Delicias (Lavalleja). Tel: 44425263
97: Avenida Batlle 2530. Salto. Tel: 47332816
Saber más
Web: pronadis.mides.gub.uy
Twitter: @Pronadis
Palabra oficial
Otra de las partes importante en este proyecto es la directora de la escuela 259, la maestra Belquis Gregorio, la que destacó a LA REPÚBLICA la importancia de la inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad, y afirmó que si eso se hace a través del trabajo es “mucho mejor” porque permite un mayor desarrollo y fortalece ese rol. “Facilita la integración social”, sostuvo la funcionaria.
También puso énfasis en que se están aplicando nuevas técnicas en la forma de tratar y de formar a las personas con discapacidad que “permiten” un cambio “necesario” en los preconceptos que tienen los demás hacia ellas.
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